domenica 16 dicembre 2007

Intervista a Mariano Chicho Frumboli (in spagnolo)


Muchos de sus colegas lo consideran el bailarín más original de la actualidad. En las exhibiciones parece ampliar el catálogo de movimientos, exprimiendo hasta el máximo conocido los principios de Gustavo Naveira. En sus inicios recibió críticas descalificadoras pero él siguió firme con su estilo. Hoy radicado en Francia, Mariano “Chicho” Frúmboli es reconocido casi unánimemente por su creatividad. En una de sus visitas a Buenos Aires mantuvimos el siguiente diálogo.

¿Cómo llegaste al tango?
En el ’94, cuando estudiaba teatro, una compañera que bailaba tango me invitó a aprender con ella. Yo le dije que no, porque a mí el tango no me gustaba. Tocaba la batería, era más rockero. Al final, como se enojó le dije que sí, fui y desde ese día no pude parar.

¿Por qué nunca participaste de ningún espectáculo de las grandes compañías?
Lo que se hace en los grandes shows lo puedo ver y disfrutar pero no es algo que me dé ganas de hacer. Me siento más bailarín de pista. Mi carrera está construida sobre algo más íntimo, más de la milonga.
Sin embargo, el tuyo es un baile bastante espectacular.
Puede ser, sí, pero son estéticas distintas. Sin proponérmelo, creo que mi baile cambió la estética del tango, desde la imagen y desde el movimiento. Cuando empecé lo que más se veía en la milonga eran alumnos reproduciendo los estilos de sus maestros. Lo único que hice fue sentirme un poco más libre al bailar.
Aprendí mucho de lo que sé en las milongas, más allá de que tuve maestros. Le daba de lunes a domingo sin parar.


¿Qué es el llamado Tango Nuevo?
Eso te pregunto yo a vos...
Si no sabés vos, estamos jodidos.
(Sonríe) No, en principio hay una cuestión de marketing, como pasa con “la nueva generación del tango”, de la que se habla en el exterior. Por otro lado, creo que se justifica más por el lado de la música más que por el baile. A mí me relacionan con las bandas electrónicas, quizás por el tipo de baile que hago. Pero más allá de que conozca a muchos de los músicos que tocan en esos grupos, no me siento tan identificado con esa música como con Troilo, Pugliese o D’Arienzo.


En tus exhibiciones usás músicas muy distintas entre sí. ¿Por qué las elegís?
En las exhibiciones elegimos la música 10 minutos antes de bailar, según nuestro estado de ánimo y según la atmósfera del lugar.
O sea que improvisamos, no seguimos ninguna coreografía previa. Eso lo aprendí de Gustavo (Naveira). La improvisación da cosas que no se dan preparadas y te hace estar mucho más despierto en todo sentido. Esas variaciones que notás en la música ocurren porque, para mí, el tango debería bailarse de muchas maneras distintas y no de una sola manera, como se hace hoy. Debería haber distintas interpretaciones porque musicalmente el tango es muy rico. Yo soy músico, entonces ver a gente que no baila en tiempo es algo que no puedo entender. Tampoco puedo entender que estén bailando en una especie de bola que va, sin ningún tipo de vida interna.

¿Movimiento sin sentimiento?
Sí, se perdió un poco la esencia tanguera. Más allá de que hay mucha gente joven que se siente identificada con mi baile, para mí es claro que bailo tango a full. No sé si la gente capta eso, por ahí se quedan más con la imagen poco ortodoxa.


¿Cómo se pueden multiplicar las posibilidades del baile?
Todo lo que yo sé sobre estructura de la danza lo aprendí con Gustavo Naveira.
Él es quien encontró un camino que abre el tango. Las posibilidades de creación y evolución de la danza tienen que ver con una comprensión absoluta de lo que está pasando mientras me muevo. Antiguamente lo que pasaba era que el hombre sacaba un paso y la mina tenía que correrlo como podía y, si no, el hombre directamente le decía “Bueno, acá hacé gancho, acá hacé boleo, etc.” o le marcaba ochos con la muñeca, rompiéndole la espalda a la mujer. La relación entre el hombre y la mujer es ahora mucho más comunicativa.

Hoy también se percibe mucho más juego entre los bailarines.
Sí, pero lo que pasa es que el juego te puede llevar a cualquier parte. Algunos de los bailarines más jóvenes juegan e investigan pero a veces pierden la esencia. Creo que uno tiene que jugar pero a partir del conocimiento.

¿Y cuál es esa esencia?
Una conexión muy fuerte que se da entre el hombre y la mujer al bailar tango. Hoy la gente aprende dos o tres pasos y se manda a bailar. Ya parezco un milonguero fanático ¿no?, pero me parece que bailar es pensar cómo tomar a una mujer, percibir qué onda, cuánto pesa, el perfume que tiene, cómo te agarra la mano, si tiembla, si transpira. Esa ceremonia del baile implica códigos que pueden ser menos rígidos pero que deberían seguir existiendo. Hay mucha gente joven que no tiene respeto por el baile de los viejos. Nosotros estamos bailando tango gracias a que existió esa gente, es una cadena.

En tus avisos hablás de simetría y de cambio de roles.
Eso viene de momentos que hemos compartido con Gustavo (Naveira) y Fabián (Salas). Mi experiencia como jugador de hockey sobre hielo me ayudó mucho a entenderlo. Simetría es como denominamos a la alternativa de hacer todo lo que hacemos hacia un lado, hacia el opuesto. Todo puede reformularse, lo único que no cambia es el tipo de abrazo.

¿Cómo se enseña a improvisar?
Tenemos diferentes elementos, llámense boleos, saltos, ganchos, paradas, barridas, colgadas, volcadas. Cuatro de esos elementos combinados en cierto orden forman una secuencia. Pero para poder jugar libremente tengo que conocer a la perfección esos cuatro elementos.

¿Qué tan social es el baile que enseñás?
Es tan social como la milonga lo permita. Está en cada uno elegir cómo bailar. Cuando voy a un lugar donde bailan distinto yo no me pongo a tirar ganchos, boleos y saltos por todos lados, me adapto a la milonga. Y en cada milonga, también varía el espacio disponible de un día a otro o de un rato a otro. Lo que yo enseño es tango, lo que vos encuentres a partir de eso es tu camino. Hay alumnos que después de aprender una secuencia vienen y me dicen: “Mirá, Chicho, así también funciona”. Y yo les contesto: “Buenísimo, loco, estoy aprendiendo de vos”.

¿Bailar tango es la argentinidad al palo?
Absolutamente. Te conecta con la historia y con la cultura argentinas. Al bailar tango me transporto a tiempos que no viví. Es una cuestión de sangre, supongo. Cuanto más lejos estoy, más tango escucho y más me pega. Pienso que el momento “grosso” que está pasando el tango es un fenómeno social universal. Es un momento en el que a pesar de internet y de los teléfonos celulares, hay mucha soledad y falta de comunicación física con el otro. Las danzas de pareja, pero sobre todo el tango por su grado de compromiso con el otro y con la música, resultan muy atractivas. Lo mismo que el ambiente, porque vos llegás a la milonga y te sentís contenido.


¿Qué sentís en general al ingresar a una milonga?
La milonga cambió mucho. Antes, al entrar a una milonga tenías que tener una imagen de traje, camisa, zapatos. Hoy, afortunadamente, cada uno va como quiere. Por otro lado, siento que hay un gran bache generacional, tanto en la danza como en la música, por esos 30 y pico de años en que el tango quedó marginado. En la milonga ves gente de hasta 30 y pico o gente de más de 60. Creo que habría que encontrar una manera más contemporánea de codificar el tango. Por ejemplo, yo casi nunca cabeceé a una chica. Primero porque no bailo mucho en las milongas, salvo con algunas amigas. Y, por otro lado, porque prefiero acercarme a la mesa e invitarla.

¿Y te rechazan?
Al principio, me han dicho que no muchas veces.

Así nuestros lectores se consuelan...
Sí, claro que me han rechazado. Hace unos meses, sin ir más lejos, en una milonga de París invité a una mina que bailaba contemporáneo “grosso” y me contestó: “No, no, gracias” y volví pensando “Uy, ¡qué duro que es esto!”, porque ya no me acordaba cómo era.

Alguna vez declaraste que a los norteamericanos les cuesta más que a los europeos entender el tango. ¿Por qué pensás que pasa eso?
En Europa hay una historia y mundo artístico mucho más importantes. Estados Unidos es un país más nuevo, tiene una historia más lánguida que la europea. Igual, no quisiera ser excesivamente crítico.

¿No querés tener conflictos con “el gran país del norte”?
(Sonríe) No, no es eso.
Pienso que es una cuestión de tiempos, también. Si encuentran la parte social y cultural del tango que es muy profunda, van a encontrar también el tango.

¿Hacia dónde evoluciona el tango bailado?
No sé, sé que va hacia algún lado. Está bueno lo que está pasando, esto de andar buscando y descubriendo nuevas formas. Todo eso va a llevar a un lugar que desconozco. Yo preferiría que mantenga la esencia tanguera, que no se convierta en un híbrido. Me gustaría que las formas evolucionen manteniendo el vínculo entre los corazones, que se relaciona con la identidad y la historia.

¿Y vos hacia dónde vas?
Yo voy siempre en busca de la satisfacción. En mi vida traté de hacer lo que me da placer. Hoy para mí lo más placentero es bailar, pero al mismo tiempo descubrir y crear.

¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre?
Hacer música con la computadora y dibujar.

Si circularas por una ruta que se divide en dos caminos que te llevan a destino, pero uno es conocido y seguro mientras que el otro es desconocido, ¿cuál eligirías?
Iría un poco por el desconocido, a ver qué onda.

¿Ritmo o melodía?
Los dos.

¿Qué pensás a la mañana apenas te despertás?
En el tiempo que me queda para vivir. En no perder tiempo.

¿Qué te divierte?
Estar con amigos. Estando solo me puedo divertir viendo una película de Jerry Lewis o Cha cha cha, el programa de Alfredo Casero.

¿Qué te aburre?
Perder el tiempo, por eso trato de que no pase.

¿A qué le tenés miedo?
A muchas cosas, pero son muy contradictorias y personales. Le tengo miedo a la rutina, por ejemplo, o a que se agoten las ideas.

¿Una película?
El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante, de Peter Greenaway.

¿Un libro?
No soy de leer mucho, pero los libros que me gustan mucho son los de Quino.

Lugar favorito de vacaciones:
Algún lugar tranquilo y con mar.

¿Sos religioso?
Sí, pero de mi religión únicamente.

¿River o Boca?
Huracán.

¿Un motivo de orgullo?
Me siento muy orgulloso de lo que soy, aunque suene arrogante. Lo que soy hoy tuvo mucho sufrimiento detrás.

¿Qué te gustaría ser cuando seas grande?
Un buen padre.

5 commenti:

Pietro ha detto...

Interessante, davvero interessante.
Pietro

Anonimo ha detto...

Pietro, sarà interessante, però te sei poliglotta!!!...termine di origine greca composto da poli-molte, svariate,ecc. e glotta/glossa-lingua...

purtroppo a me hanno insegnato lingue morte...

...qualche anima pia che lo traduce???!!!!:-)))...

lo so, lo so, non ne esistono più...

vabbè, amen!

A.B.

vogliaditango ha detto...

eh ma pensavo che masticassi lo spagnolo come le cicche!!!! spetta che te lo traduco!!!!

ros

Anonimo ha detto...

complimenti per l'intervista, bel colpo !!! :D

Anonimo ha detto...

ah ero io,
Niky